¿Cómo no iban a existir los neutrinos? Corríamos a través del tiempo,
sin saber si la historia habría de desmentir nuestro camino y quitarnos
el protagonismo que la incertidumbre racional, tan sobrevalorada en
nuestro tiempo, nos dejó en los artículos científicos. Si es que somos
pura inexistencia, y cómo vamos a demostrar nada nosotros que apenas
somos el reflejo de un espectro. Elementos materiales en plena
esfervescencia vibracional llegan y abandonan nuestro límite corporal
con ceremoniosa presteza. ¿Dónde acaba el mar, dónde empieza mi beso?
¿Acaso puedo saber quién soy si tú no me miras? Debe ser por eso que
esta mañana me levanté con un ánimo extraño, con la sensación de
comprender algo a pesar de que mi mente estaba completamente vacía de
pensamientos. ¿Intentaría alguien demostrar si existo verdaderamente?
Te vi junto a mi cama como un ser extraño, hermoso pero extraño. Así era
también mi rostro en el espejo. Cada mañana me había mirado
concienzudamente en el espejo, me había fijado en las marcas del tiempo,
me concentraba en mis ojos y me preguntaba ¿qué haces ahí? Pero hoy el
espejo me miraba con una sonrisa burlona y me decía: No estás aquí, no
estás en ninguna parte. Había perdido la costumbre de pararme a
observar. Todos los planos confluyeron en uno solo, me di la vuelta y
ahí estabas dormida, desnuda, con una sonrisa en tus labios. Y así me fui desvaneciendo poco a poco mientras leía las últimas noticias.
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