viernes, 24 de septiembre de 2010

Fábula del caballo y la zanahoria

Imaginad al caballo que persigue la inalcanzable zanahoria que le ofrece su jinete. Como la situación no puede mantenerse eternamente, el jinete permitirá al caballo mordisquear de vez en cuando un poco de zanahoria. Efectivamente el pobre caballo tiene sus necesidades, y nuestro jinete no es ningún desalmado, Dios lo libre, además el caballo necesita de alimento para continuar cabalgando. Pero un día, el caballo decide protestar, rebelarse contra la situación que lo oprime, y le manifiesta al jinete su gran disconformidad, quiere más zanahorias.
El jinete convence al caballo de la gran dificultad de conseguir zanahorias, y decide que durante algunas temporadas que calificará como “prosperidad” le suministrará un mayor número de zanahorias del habitual, sin embargo durante otras temporadas que calificará como “escasez” el número de zanahorias será menor. Esta situación otorga al jinete un éxito mayor del esperado, a pesar de la premeditación de su plan. El caballo comerá con avidez sus zanahorias en épocas de prosperidad con el oscuro temor de que algún día puedan ser insuficientes, y en épocas de escasez añorará los tiempos en que las zanahorias eran frescas y abundantes con la esperanza de que no tarden en llegar. Entre tanto seguirá cabalgando según los designios de su jinete, sin percatarse de que su fuerza y vigor permitirían librarse de tan perniciosa compañía con tan solo un brinco, sin creer que existe un mundo lleno de múltiples hortalizas cuyo nombre jamás escucho pronunciar.


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