jueves, 10 de noviembre de 2016

Contra lo políticamente incorrecto


Desde hace algún tiempo sufrimos un cambio de paradigma. Antes llamábamos hipócrita a aquel que defendía ideas que parecían honradas pero que escondían un fin perverso o al menos interesado. Pero hemos pasado a una situación en la que cualquier defensa de la igualdad, la solidaridad o la dignidad de los más desfavorecidos es automáticamente criticada. La palabra hipócrita ya no nos vale, nos hemos inventado un nuevo concepto, el "buenismo", en el que por el mero hecho de defender valores virtuosos se es acusado de ser "políticamente correcto". Es curioso que la palabra "correcto" haya pasado a tener una connotación negativa. Ya no es necesario que se descubra algún interés oculto por defender una causa justa, el mero hecho de pronunciar esas palabras te hace caer en el oscuro saco de los buenistas.

Lo siento, pero me niego. Me niego en rotundo a aceptar que ya no podemos defender un mundo más justo simplemente porque nos ilusionaría vivir en él. Me niego a que nuestras aspiraciones materiales sean las únicas que gozan de credibilidad ("no hay sueños baratos", reza un conocido anuncio publicitario). Si defiendes la igualdad de género o la protección de nuestro entorno natural parece que no eres más que un ingenuo o alguien que en el fondo no dice lo que piensa, porque quién no puede desear forrarse a toda costa.

La sociedad actual ha simplificado nuestros deseos para vendernos al dios de la comodidad, el prestigio o el entretenimiento superfluo. El verdadero problema es que al matar lo políticamente correcto, no nos queda otra que aguantar a su antagonista. Bienvenido Mr.Trump.