sábado, 19 de enero de 2013

Noticias de África


Uno de mis afanes en este blog es el de rescatar conflictos e historias olvidadas del continente africano. Lo hago, en principio, por mi amor a este continente tan desconocido y por el dolor que me produce ver cómo algunas injusticias caen en el anonimato. También, por el deseo de compartir con otros aquello que me fascina y dar a conocer un continente dotado de una insólita belleza que no siempre es fácil de percibir en el mundo que nos rodea. Me ha sorprendido ver como África está estos días en las primeras páginas de todos los diarios. Sin embargo, los acontecimientos que nos llegan del continente africano nos muestran una realidad sesgada y simplificada.  La amenaza del terrorismo islamista crece en los países del magreg, existen grupos armados incontrolados que campan a sus anchas en regiones de las que apenas sabemos nada. Los Tuaregs intentan controlar el norte de Mali, grupos islamistas vinculados a Al Qaeda mantienen sus actividades burlando a las autoridades de Argelia.... Todo esto es cierto, y sin duda debe preocuparnos, no sólo porque se ponga en peligro nuestra seguridad sino (y sobre todo) porque a menudo se trata de grupos armados que imponen una opresión tenaz contra los pueblos que controlan violando los derechos humanos más elementales. Pero también es cierto que son conflictos que no han nacido de la noche a la mañana y es necesario hacer un esfuerzo para entender lo que está pasando, más allá del maniqueísmo predominante en algunos medios.

Resolver el problema de África no es una prioridad para occidente, y esto evidentemente se nota en el enfoque que tienen sus intervenciones. Los países occidentales sólo se movilizan cuando algún conflicto interfiere en sus intereses y lo hace de manera cortoplacista sin ahondar en el fondo de los verdaderos problemas. Los medios de comunicación parece que han decidido promover la misma visión simplificada de la realidad de los gobiernos; debemos detener la creciente amenaza del terrorismo. Pensamos en acabar con Al Qaeda en el Magreb Islámico porque supone una amenaza para nuestra seguridad, ¿pero alguien conoce el origen de muchos de sus combatientes? Hoy leo en El País un artículo sobre Mojtar Belmojtar donde se explica cómo este terrorista  y traficante que está a la cabeza del secuestro de la central de gas en Argelia que está siendo noticia estos días comenzó sus actividades en el GIA, brazo armado del Frente Islámico de Salvación (FIS). Sin embargo no se dice nada de que el FIS ganó unas elecciones democráticas en los años 90 cuyo resultado fue cancelado por el partido que lleva gobernando Argelia desde su independencia en 1962, el FLN, y al que pertenece su actual presidente, un viejo líder militar de la época de la independencia de Francia. Es uno de los innumerables ejemplos de la historia en los que la opresión y la ausencia de derechos legítimos de una parte de la población acaba radicalizando las posturas de los que las sufren. El FLN impuso una férrea dictadura cuando llegó al poder en los 60 y no dudó en censurar y encarcelar a cualquier líder opositor. Los pueblos tienden a defender su dignidad a pesar de las vejaciones que puedan padecer. Y cuando no consiguen sus legítimas aspiraciones, cuando ni siquiera se les confiere la posibilidad de negociar para armonizar sus intereses con los de los demás y por el contrario se les impone el orden del más fuerte es normal que sean las posiciones más radicales las que prosperen. Eso mismo ha ocurrido con el pueblo Tuareg que lleva reclamando un estado propio desde hace décadas, ya en los años 60 se levantó contra el país de Mali para conseguir sus aspiraciones. Nadie se ha preocupado desde entonces en apoyar una solución negociada y hoy nos enfrentamos a un problema mayor, los Tuaregs se han armado gracias a los excombatientes de Gadaffi que huyeron de Libia tras la intervención de las potencias occidentales. Ahora se sienten fuertes, capaces de luchar contra un enemigo que antaño veían imbatible,  y como en tantas otras ocasiones son las posiciones más rígidas y fanáticas las que se imponen. Los franceses han enviado sus tropas para asegurar el "orden", es decir, el control de los recursos naturales, en este caso uranio y oro en el norte de Mali. Francia es un país con una fuerte dependencia de la energía nuclear con más de 50 centrales (en España hay 8 reactores nucleares) y Mali cuenta con importantes reservas de Uranio. De nuevo se habla mucho del radicalismo de los Tuareg pero se nos olvida que se trata de un conflicto complejo donde no todos son malos o buenos. Seguramente Francia conseguirá aplacar la rebelión, los Tuareg volverán al desierto, a esa zona de nadie que el gobierno maliense es incapaz de controlar. Nadie irá a buscarlos allí, ni siquiera el ejército francés en su empeño de "luchar contra el terrorismo", y seguiremos sin mirar hacia ese lugar remoto hasta que algún líder "radical" tenga el apoyo suficiente como para comenzar una nueva rebelión.

Occidente interviene cuando algún conflicto amenaza sus propios intereses siempre en supuesta defensa de algún interés legítimo pero no tiene escrúpulos en apoyar a líderes de escasa cultura democrática: el ya malogrado Gadaffi (qué será del caballo que le regaló al ex-presidente Aznar), pero igualmente Kagame en Ruanda y Museveni en Uganda que apoyan a las guerrillas congoleñas pero nos suministran el preciado Coltán, Theodore Obian que nos vende petroleo a buen precio mientras masacra al pueblo guineano para ampliar su fortuna personal) y se olvida de las reclamaciones legítimas de pueblos que llevan años sufriendo una situación injusta. También se olvida de resolver cuestiones fronterizas que tienen su origen en un reparto que las potencias coloniales dirigieron a su antojo, más aún, alimentan al bando que sirve a sus intereses  y que se convierte gracias a su apoyo en el más fuerte generando desigualdad y frustración en los países del bando contrario. Al igual que Bin Laden, el líder que Al Qaeda responsable secuestro de la central de gas de Argelia fue entrenado por la CIA en la insurgencia afgana contra los soviéticos. Demasiadas contradicciones.