miércoles, 19 de marzo de 2014

Un hombre reza en el suelo


Aquel hombre estaba tirado en el suelo, boca abajo, con los brazos abiertos en forma de U y las palmas de las manos apoyadas en la acera. Su frente golpeaba el suelo de forma repetida y pronunciaba una especie de plegaria a modo de rezo con una voz casi inaudible. Dos agentes de policía aperecieron a los pocos minutos. Le preguntaron qué le sucedía pero no contestó. Por sus rasgos y vestimenta parecía proceder de algún país del norte de África. La curiosidad hizo que un grupo numeroso de personas se agrupara a su alrededor. Una señora preguntó al policía que qué era lo que pasaba. Y cuando el policía trataba de encontrar una explicación, un hombre con barba se acercó para pedir que dejaran en paz al hombre que rezaba, que no hacía mal a nadie. Se formó un corrillo alrededor, unos apoyaban la libertad del hombre que rezaba para hacer lo que le viniera en gana mientras que otros pensaban que el hombre tenía un comportamiento muy extraño y podía encerrar algún peligro.
Mira que si hay un grupo terrorista en el barrio y nos ponen una bomba dijo una señora.
Y no cree usted que estarían escondidos para que nadie los descubriera respondió un joven.
Y si esta mujer tiene razón. Mis hijos van a la escuela de aquí al lado añadió otro hombre.
Los murmullos se hicieron cada vez más sonoros.
Pero es que ustedes no van a hacer nada le dijo la primera mujer al policía más veterano.
Un grupo numeroso apoyó la moción. Los policías se acercaron al árabe que seguía sin contestar. Entrégueme su documentación o le llevaremos a comisaría le dijo el más joven de los dos. El hombre continuó rezando impasible ante lo que sucedía a su alrededor.
Nos vemos obligados a detenerle añadió el policía veterano.
Lo sujetaron por detrás para ponerle las esposas. No se resistió, pero elevó el volumen de su plegaria como si tuviera algo importante que comunicar al más allá y tan solo contara con unos últimos segundos. El murmullo de la gente de alrededor se transformó en un griterío. El grupo que defendía al hombre que rezaba empezó a increpar a los policías, y el otro grupo salió en su defensa. Ambos grupos se enfrentaron en una acalorada discusión. El policía joven no conseguía ponerles las esposas al hombre que ahora rezaba más y más alto, prácticamente gritando. En un momento el policía perdió el control de sí mismo y comenzó a golpearle con la porra demandando que estuviera quieto. El hombre de barba que lideraba el grupo de los disidentes se lanzó hacia el policía joven y lo sujetó por el cuello derribándolo. Cuando el otro policía sacó su porra para ayudar a su compañero ya nada podía parar la batalla campal que acababa de comenzar. Jóvenes, viejos, mujeres, adolescentes e incluso algún niño se gritaban y golpeaban reprochando al otro su mal hacer. Mientras tanto, el hombre había vuelto al mismo pequeño espacio de suelo en que lo encontraron y continuaba rezando ajeno al tumulto que se había formado.  Llegaron los refuerzos policiales y el asunto se saldó con tres detenidos. El hombre de barba, el supuesto árabe y un joven de cuerpo robusto que se había metido en la pelea para defender a su madre.

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